Impactante carta arancelaria: ¿Cuál es la estrategia de Trump?

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La nueva ola de aranceles propuesta por el expresidente estadounidense Donald Trump ha reactivado el debate global sobre el proteccionismo comercial y sus implicaciones económicas. En recientes declaraciones de su campaña para las elecciones de 2024, Trump ha planteado la posibilidad de imponer tarifas arancelarias generalizadas de al menos un 10% sobre todos los bienes importados y hasta un 60% en productos provenientes de China, creando inquietudes sobre las repercusiones para la economía global y en particular para América Latina.

Durante su primer mandato, Trump aplicó medidas arancelarias significativas como parte de su política de “América Primero”, especialmente contra productos chinos, con el objetivo de reducir el déficit comercial y fomentar la producción nacional. Ahora, reforzando esta estrategia, la nueva propuesta sugiere una arremetida comercial aún más agresiva, que expertos consideran podría alimentar tensiones comerciales y desencadenar represalias de otros países.

En el contexto global actual, donde las cadenas de suministro aún se están recuperando tras los años pico de la pandemia, una ola arancelaria adicional podría añadir presión inflacionaria e incertidumbre al comercio internacional. Según analistas de comercio internacional, imponer tarifas del 10% o superiores sobre importaciones no solo aumentaría los costos para los consumidores estadounidenses, sino que también afectaría a países exportadores, incluyendo a socios estratégicos como México, Canadá y naciones latinoamericanas que dependen en gran medida del mercado estadounidense.

América Central y el Caribe, por ejemplo, poseen economías altamente influenciadas por las exportaciones textiles, agrícolas y manufactureras hacia Estados Unidos. En el caso de Costa Rica, que exporta equipos médicos, café y frutas, entre otros productos, un arancel general podría erosionar su competitividad frente a otros mercados. Además, esto implicaría un aumento en los precios finales que los consumidores estadounidenses pagarían por bienes de uso cotidiano.

China, el principal objetivo de la propuesta, ha reaccionado en el pasado con contramedidas. Durante la guerra comercial de 2018-2019, Beijing impuso sus propios aranceles a productos estadounidenses, lo que llevó a una disminución significativa en el comercio bilateral y daños colaterales en industrias agrícolas del medio oeste norteamericano. De imponerse ahora aranceles del 60% sobre exportaciones chinas, se anticipa que el gigante asiático respondería de forma proporcional, reactivando una guerra comercial que podría tener efectos globales.

Esta visión proteccionista de Trump contrasta con la política internacional más aperturista que ha tratado de retomar la administración Biden, buscando alianzas multilaterales y tratados comerciales como medio de contención frente al auge chino. Sin embargo, la base política de Trump continúa mostrando fuerte respaldo por medidas comerciales duras, argumentando que protegen empleos en sectores manufactureros del país.

Los economistas se mantienen divididos respecto a la efectividad de estas medidas para revitalizar la industria interna sin causar daño a consumidores y socios comerciales. A corto plazo, podrían fomentar la producción nacional en ciertos sectores, pero con el riesgo de reducir la eficiencia del comercio internacional y elevar los precios.

En conclusión, las propuestas arancelarias de Trump, de implementarse, podrían desencadenar una transformación significativa del comercio global, impactando especialmente a países exportadores de América Latina. La estrategia evidencia una apuesta por el aislacionismo económico, que, de materializarse, pondría a prueba el equilibrio comercial global y la estabilidad de las economías emergentes.

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