Fallece José “Pepe” Mujica, expresidente uruguayo y figura internacional de la izquierda

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Montevideo.— La voz inconfundible y las ideas revolucionarias de José “Pepe” Mujica callaron para siempre. El expresidente de Uruguay y referente de la izquierda latinoamericana murió este martes a los 89 años, tras meses de luchar contra un cáncer de esófago detectado en mayo de 2024 y que, según él mismo confesó a principios de año, se había extendido más allá de las expectativas de tratamiento.

Mujica, que ocupó la presidencia de Uruguay entre 2010 y 2015, fue mucho más que un político: promovió mensajes contra el consumismo y el materialismo, y su modo de vida austero lo llevó a ser conocido y respetado en todo el mundo. Incluso enfrentando la enfermedad, jugó un papel crucial para el regreso de la izquierda al gobierno en las elecciones de noviembre de 2024, participando activamente en la campaña del actual presidente Yamandú Orsi.

Las reacciones ante su muerte llegaron de todos los rincones del planeta. El presidente Luis Ignacio “Lula” da Silva le concedió en vida la Orden Nacional de la Cruz del Sur, el mayor honor de Brasil, mientras que el mandatario colombiano Gustavo Petro y otros líderes regionales resaltaron su papel de revolucionario y humanista. Claudia Sheinbaum, presidenta de México, lo elogió como un ejemplo de sabiduría y sencillez para América Latina y el mundo. Pedro Sánchez, presidente del gobierno español, y Nicolás Maduro, de Venezuela, también subrayaron la humanidad, humildad y convicción de Mujica para luchar por un mundo mejor.

Antes de su incursión en la política institucional, Mujica fue guerrillero del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros en los 60 y 70. Pasó 12 años encarcelado, sufriendo condiciones extremas durante la dictadura cívico-militar. Amnistiado en 1985, se sumó a la vida democrática del país y, a partir de 2010, marcó una era en la presidencia con su mensaje de vida simple y profunda humanidad.

Fiel a sus principios, vivió hasta sus últimos días en la modesta casa de campo que nunca abandonó, ni siquiera durante su mandato presidencial, en la periferia de Montevideo. Así se despide Uruguay de uno de sus estadistas más icónicos, y el mundo, de un símbolo de la honestidad política y la ética personal.

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