En la década de 1980, en Taiwán, una bebida creativa combinó té negro, leche fresca y perlas de tapioca elásticas, todo agitado a mano. Este dulce invento, conocido como «té con leche y perlas,» sorprendió al paladar y marcó el inicio de una aventura cultural.
Sin un origen glamoroso, conquistó corazones gracias a su autenticidad y sabor único. Con el paso del tiempo, el bubble tea se subió a aviones, cruzó océanos y llegó a las esquinas y centros comerciales del mundo. De Taipéi a Tokio, de Nueva York a Londres, se convirtió en un idioma universal.
Perlas de azúcar morena, leche fresca, espuma cremosa, vasos agitados… cada versión cuenta una historia de fusión cultural. Hoy, el bubble tea no es solo una bebida; es el sabor de Taiwán y un ícono de la juventud moderna en todo el mundo.
No importa dónde estés: cuando la pajilla rompe el sello, y esas perlas saltan a tu boca, mezclándose el aroma del té con la suavidad de la leche, en ese instante, no solo tomás una bebida. Estás probando una historia que empezó en Taiwán y viaja por el mundo.
Eso es el bubble tea. Desde los callejones donde se tomaban los primeros pedidos, hasta millones de manos en todo el planeta, una sola bebida une al mundo con dulzura e imaginación.