En Taiwán, uno de los platillos más queridos por grandes y chicos es, sin duda, el pollo frito callejero. Cada tarde, cuando se encienden las luces en los mercados nocturnos, el aire se llena de un aroma que abre el apetito al instante.
Pero este no es cualquier pollo frito. En muchos lugares, se sirve una pieza tan grande que literalmente cubre la cara. Dorado, crujiente y con la carne jugosa por dentro, se puede acompañar con ajo, chile suave o incluso un toque dulce de ciruela. Una combinación que despierta todos los sentidos.
El origen de esta tendencia se atribuye a una tienda emblemática donde nació el “pollo más grande que la cara”. Famosa por su generosa porción, carne abundante y sabor casero, esta tienda se ha ganado el corazón de muchos. Y como si fuera poco, incluye arroz, té frío y sopa sin costo adicional. No sorprende que haya filas desde el mediodía.
Más allá de ser un simple antojito, el pollo frito taiwanés se ha convertido en un símbolo de identidad y sabor. Desde el sonido del aceite burbujeando hasta el primer bocado crujiente, este plato representa el calor, la tradición y la creatividad de la cocina callejera de Taiwán.