EE. UU. y la UE avanzan hacia un acuerdo que reduciría aranceles en un 15%, impulsando el comercio internacional

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En un paso significativo hacia la reducción de barreras comerciales, Estados Unidos y la Unión Europea están cerca de concretar un acuerdo que reduciría en un 15% los aranceles aplicados mutuamente a una variedad de productos industriales. Este posible acuerdo representa una evolución importante en las complejas relaciones económicas transatlánticas y podría fortalecer el comercio internacional en un contexto global marcado por tensiones geopolíticas y preocupaciones económicas.

El proceso de negociación, que ha estado en marcha durante varios meses, busca aliviar las cargas arancelarias impuestas durante años de disputas comerciales entre ambas potencias económicas. Fuentes cercanas a las conversaciones confirman que las rondas más recientes de diálogo muestran avances significativos, y que ya se han definido los sectores clave beneficiados por la medida, incluidos maquinaria industrial, productos químicos y algunos bienes de consumo.

Este posible acuerdo surge en un momento estratégico. Ambas economías enfrentan una desaceleración del crecimiento, y los impactos prolongados de conflictos globales, como la guerra en Ucrania y las tensiones en Asia, amenazan la estabilidad de las cadenas de suministro internacionales. Reducir los aranceles no solo mejoraría la eficiencia del comercio bilateral, sino que también enviaría una señal de estabilidad a los mercados globales.

Los detalles revelados hasta ahora indican que el recorte arancelario será recíproco, aplicándose tanto a productos estadounidenses exportados a Europa como a mercancías europeas destinadas al mercado norteamericano. Funcionarios de ambas partes se muestran optimistas, aunque aclaran que algunos aspectos técnicos —como los criterios de origen y las reglas para productos sensibles— aún están siendo discutidos.

Expertos en comercio internacional destacan que una reducción conjunta del 15% en aranceles no es insignificante. Según estimaciones preliminares del Peterson Institute for International Economics, esta medida podría representar un incremento del 7% al 10% en el comercio bilateral durante los próximos tres años. Además, se espera que los beneficios vayan más allá del intercambio directo, fortaleciendo cadenas de suministro, reduciendo costos para los consumidores y promoviendo la competitividad de las empresas pequeñas y medianas.

En el plano político, el avance de este acuerdo refleja un intento de fortalecer la coordinación económica transatlántica ante el auge de modelos más proteccionistas en regiones clave del mundo, como China y Rusia. Representantes de la Comisión Europea y del Departamento de Comercio de EE.UU. han señalado que este tipo de iniciativas son fundamentales para revitalizar el orden económico multilateral basado en reglas.

Sin embargo, algunos sectores industriales, especialmente aquellos más protegidos tradicionalmente, han expresado preocupación por una mayor competencia extranjera. En Alemania y algunas regiones del Medio Oeste estadounidense, gremios empresariales han solicitado salvaguardas temporales o períodos de transición. Las autoridades han indicado que se tomarán en cuenta estas preocupaciones al definir los términos finales del acuerdo.

De concretarse, el acuerdo podría anunciarse formalmente en la próxima cumbre bilateral EE.UU.-UE programada para el segundo semestre de este año. Hasta entonces, las negociaciones continuarán con el objetivo de consolidar un marco moderno de cooperación que permita a ambas partes enfrentar de manera conjunta los desafíos del comercio global.

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