Relación entre Europa y China se enfría por diferencias comerciales y postura sobre Ucrania

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Las tensiones entre la Unión Europea y China han aumentado en los últimos meses, debido a profundas diferencias comerciales y a posturas enfrentadas respecto al conflicto en Ucrania. Este enfriamiento en las relaciones bilaterales se manifiesta en nuevas medidas económicas, advertencias diplomáticas y un creciente escepticismo mutuo que amenaza con afectar el comercio y la cooperación internacional.

Desde Bruselas, funcionarios europeos han expresado creciente preocupación por el apoyo indirecto de Beijing a Moscú, particularmente en lo relativo al comercio de productos que podrían usarse militarmente. Aunque China insiste en mantener una posición neutral frente a la invasión rusa de Ucrania, líderes europeos, como la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, han señalado que la falta de condena clara al Kremlin erosiona la confianza política.

A nivel comercial, las tensiones también han escalado. La UE ha iniciado investigaciones contra prácticas que considera desleales por parte de empresas chinas, entre ellas supuestos subsidios ilegales a fabricantes de paneles solares y vehículos eléctricos. En respuesta, Beijing acusó a Bruselas de adoptar una postura proteccionista y advirtió sobre posibles represalias.

“La relación entre la UE y China se está tornando más competitiva que cooperativa”, apuntó Josep Borrell, Alto Representante de la Unión para Asuntos Exteriores, en una comparecencia reciente ante el Parlamento Europeo. Señaló que, si bien la cooperación sigue siendo posible, hay que “recalibrar” la relación para garantizar condiciones más equitativas.

Por su parte, delegados chinos han rechazado las acusaciones europeas, defendiendo su sistema económico y resaltando la importancia de mantener abiertas las vías de diálogo. En una reunión bilateral celebrada en París en abril, representantes chinos subrayaron que cualquier intento por desvincular las economías supondría “un perjuicio grave para ambos lados”.

El comercio entre la UE y China alcanzó en 2023 los 860 mil millones de euros, lo que convierte al país asiático en uno de los principales socios comerciales europeos. Sin embargo, el déficit comercial de la UE con China ha generado inquietud: en 2022, superó los 400 mil millones de euros.

Además de los enfrentamientos económicos, la guerra en Ucrania profundiza la desconfianza europea. Muchos estados miembros consideran que la retórica china, centrada en un llamado a la paz sin condenar explícitamente la invasión, favorece tácitamente a Rusia. Esta percepción ha sido reforzada por el incremento en el intercambio comercial entre China y Rusia desde el inicio del conflicto, en febrero de 2022.

Este enfriamiento podría tener consecuencias a largo plazo. Analistas advierten que la UE podría endurecer sus políticas industriales para reducir su dependencia tecnológica y comercial de China, en línea con la estrategia de “reducción de riesgos” adoptada por varios países europeos.

Mientras tanto, Beijing busca diversificar sus relaciones internacionales ante el creciente aislamiento desde Occidente, fortaleciendo lazos con naciones del Sudeste Asiático, África y América Latina.

En este entorno incierto, la coordinación diplomática será esencial para prevenir una escalada mayor. La próxima cumbre UE-China, prevista para finales del año, será un momento clave para medir si ambas partes pueden superar sus diferencias y restablecer un marco de cooperación basado en el respeto mutuo y el equilibrio económico.

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